domingo, 8 de enero de 2012

Cosas (¿Estamos ya en enero? ¡Coño!)

Hay una historia.

Nació hace muchos años, en el 2006. No era una historia mía, de hecho. Que sí que lo era (en parte) porque lo bueno de esta historia es que era compartida. Iba creándose poco a poco, día a día (literalmente). La creábamos juntos, cada uno con su personaje (o personajes, porque gracias a esta historia muchos de nosotros llegamos a adquirir rasgos esquizoides -muy esquizoides). Vivió intensamente cuatro años más. Cuatro años en los que nuestros personajes vivieron y crecieron junto a nosotros. Día a día. Sí, repito lo de "día a día" porque eso es literal. Todos los días encontrábamos un hueco para regresar a ellos. No sé exactamente con quién habíamos establecido el vínculo, si con nosotros o con ellos, nuestros personajes, que ahora no solo formaban parte de nosotros sino que, de alguna manera, éramos nosotros mismos o nosotros ellos mismos. Ya os digo, esquizofrénicos perdidos (o, en nuestro argot, que nadie comprenderá, COMO LOCOS).

En el 2008 no es que muriera, porque morir, lo que se dice morir, no ha muerto nunca, pero sí que fue diluyéndose y quedó a medias (en esa parte de ciertas historias en las que te dan ganas de arrancarte el corazón y de sacarte las vísceras para no sufrir y eso).

No murió, pero, no sé, después de todo este tiempo tampoco es que formara parte de nuestras conversaciones diarias, pero sí que estaba ahí. Blyd siempre estuvo ahí.

Y entonces, en septiembre, durante un viaje de autobús, se me ocurrió. Probablemente estos últimos tres meses del 2011 hayan sido los más ocupados de mi vida. Miles de cosas, miles de proyectos sin importancia pero sumamente urgentes que me robaban todo el tiempo del mundo. Pero da igual, porque ese día se me ocurrió y tuve que mandar un mensaje a la única persona que sabía que compartiría la misma emoción que yo tenía ante la ocurrencia. Ante la locura, más bien.

¿Por qué no transformar esa historia en novela? Podía ser fácil, ¿no? Yo iba de culo, pero el NaNoWriMo se acercaba y yo tengo un vínculo emocional demasiado arraigado con el NaNoWriMo como para, ni siquiera, intentarlo. Si se trataba de escribir una novela de 50.000 palabras en un mes, compartiendo esas 50.000 palabras entre dos, pues si hacemos las matemáticas bien, se quedaban en 25.000. Que es, para los de letras, su mitad. Y la historia nos la conocíamos al dedillo. Y sus personajes, a fin de cuentas, seguían habitando dentro de nosotros. No parecía difícil.

Como era de esperar, recibí la respuesta que esperaba. Y así fue cómo en noviembre de 2011, como ya he dicho antes, el Año Más Jodidamente Ocupado de la Historia Vital de Fer El Guapo, comencé a escribir esta novela junto a la única persona con la que sabía que podía lograr el reto: Geòrgia Costa.

A fecha de hoy, la novela tiene más de cien mil palabras y creemos que va por la mitad. O no. No sabemos. Lo único que sé es que estos dos últimos meses he vuelto a recuperar la ilusión por escribir y que he vuelto a encontrarme a mí mismo gracias a la escritura.

Y es que, está muy claro, creo que ya sé por qué no he escrito en el blog tan asiduamente (¡toma eufemismo!) estos últimos meses. Es que yo creo que no soporto escribir acerca de lo que me han publicado. A mí, lo que me gusta realmente, es contaros acerca de lo que escribo. Eso es lo realmente importante.

Y es eso, quizá siga sin escribir mucho por aquí, porque, en serio, cuando hablo de falta de tiempo no estoy utilizando ningún eufemismo. El pluriempleo es malo, colegas. Las dobles o triples vidas (la del profesor que viaja, la del hijo perfecto, la del preparador de oposiciones, la del tipo sexy, la del escritor, la del señor de su casa, la del novio aceptable, la del que presenta libros...) tampoco son buenas. Pero, en fin, ya os lo he dicho, soy un poco esquizofrénico. Por eso espero que me disculpéis si no escribo tanto (prometo escribir más, en serio) o que no os responda al teléfono o que no quede con vosotros o que no presente los exámenes corregidos a tiempo o que no haga las miles de cosas que sé que tengo que hacer. Simplemente pensad que es porque estoy escribiendo.

Y eso me hace inmensamente feliz. Una felicidad que no recordaba hasta que comencé la novela junto a Geòrgia el pasado 1 de noviembre.

Y que me han vuelto a recordar este pasado cinco de enero, porque solo aquel que haya leído CarPa, sabrá lo importante, lo especial, lo maravilloso que es para mí haber recibido este regalo:


Lo vi por primera vez en Granada, después creo que fue en Edimburgo, luego en Venecia, también en Roma y en Praga... y no recuerdo en cuántos sitios más. Siempre lo he querido porque es un símbolo demasiado importante en mi vida. Y, por supuesto, al final, cuando menos lo esperaba, ha sido mío.

¿A que soy ultracríptico pero eso me hace mucho más intereante, sexy, atractivo, seductor y oscuro? ¿Verdad? ¿Verdad, Adhara, que ya no me odias?

4 comentarios:

Adarae dijo...

Muy chulo :)

Ardid dijo...

Inicio de curso, inicio de año, ya no te queda ningún inico cercano en el calendario, eh? Envidio la facilidad de escribir con tanta soltura tal cantidad de palabras. Mucha suerte. ;)

Begoña Argallo dijo...

¡Qué felicidad encontrarme alguien tan esquizofrénico como yo por los mismos motivos!
Hace tiempo que no escribo historias para no volverme más loca, sólo escribo en el blog, o casi, por falta de tiempo también.
Y no me curo.
Un placer leerte ;)

Anónimo dijo...

Donde estará Fer??? Quién será el suplantador???? Je je ej espero que envíes ya la entrevista http://elrincondelectura.wordpress.com