martes, 1 de febrero de 2011

Creo en la magia

A veces los astros se alinean, las casualidades proliferan y ocurren cosas como lo que ha sucedido este fin de semana en Madrid, en el I Encuentro Nacional Anika entre libros, del que tuve la suerte de formar parte. No sabría expresar todavía lo que nos ha marcado a todos los asistentes la magia que se creó durante el fin de semana pero sí puedo decir que, parte de la culpa, la tuvo la excelente organización de Elena Martínez Blanco, que como una anfitriona de las de solera, no perdió la sonrisa en ningún momento aunque estuviera a punto de explotar del estrés que seguramente sufrió por culpa de nosotros, que nos habíamos vuelto niños pequeños incapaces de controlarse. Muchísimas gracias, Elena, por invitarme al evento y acordarte de mí.

Supongo que no hace falta que os presente a Anika, después de catorce años encargándose de los libros y de extendiendo la, digamos, "crítica literaria amateur de lectores para lectores" en internet por toda la red, seguramente más de uno se ha pasado por la web para echar un vistazo.
Anika es pura magia. La sientes desde el momento en el que entra en la habitación. Y, lo mejor de todo, es que la contagia. Es pura generosidad y, en cuanto cruzas dos palabras con ella, te sientes enganchado a su forma de ver la literatura y, sobre todo, a su forma de vivirla.

Todos los que acudimos, desde escritores a bloggers o a meros lectores, sentimos al instante esa magia, quedamos prendados de ella y nos la fuimos repartiendo hasta el último minuto. Todo lo que sucedió en Fuentetaja fluyó de una manera tan suave, de una manera tan natural que, a los pocos minutos, todos nos sentíamos como una familia.

Desde la presentación de Antonio Martín Morales, el autor de La caza del Nigromante, que nos contagió a todos de su pasión andaluza, pasando por la educación, el sentido del humor y el saber estar del gran Santiago García-Clairac (a quien, no sé vosotros, pero a mí me cuesta muy poco imaginar con una armadura como un estupendo Don Quijote) y sin olvidarme del carácter de Antonia J. Corrales, de los misterios de David Benito, la mañana transcurrió en un suspiro.

Y, aunque de libros trataba la cosa, no solo quedaba ahí. Porque las charlas cómplices durante la comida con Javier Ruescas y Anabel Botella, los cigarritos furtivos con Julia y Gemma Nieto, las telarañas con Mais, la emoción por la obra inminente compartida con Jesús Cañadas, las risas compartidas con Dustin-Íker,  Mamen de Zulueta, Francisco de Paula y Álex Portero junto a mil cosas más de las que seguramente me olvide porque mi cabeza es mejor recordando sensaciones que caras, condujeron irremediablemente a que la tarde igualara la estupenda mañana.

Y todavía quedaba la noche: sa estupenda ambientación terrorífica, con ese pasaje del terror alucinante preparado ex profeso por Elena y las estupendísimas colaboradoras para que gritáramos pero que logró también despertar enormes carcajadas como antesala de la presentación de La taberna espectral, que compré al día siguiente.

Tuve que irme pronto, porque al día siguiente era la presentación de Ne obliviscaris y mi cuerpo ya barruntaba los nervios (de hecho, por la noche tuve el típico sueño de las escaleras interminables y el del corte de pelo horroroso, como prueba de que mi subconsciente ya estaba más nervioso que yo). Sin embargo, creo que salió bien. No pudo haber salido de otra manera, dado el ambiente en el que estaba y la compañía que tenía (incluso tuve gratas, gratísimas sorpresas de gente querida que se pasó por allí y que me hicieron, todavía, más feliz). Además, tenía buenos compañeros: Delante de mí, Miguel Aguerralde presentó Los ojos de Dios, una novela que me dio muchísima curiosidad. Detrás de mí, la gran Susana Vallejo, a quien le tocó un ejemplar de Obli. Fue un momento especial, porque no todos los días una escritora a la que admiras tiene en sus manos un ejemplar de tu novela. Seguida de Javier Ruescas, que dio una gran noticia a todos sus lectores y que podéis leer en su blog. Y no puedo olvidarme de la estupenda presentación del Rapto del tiempo con José Luís Zapatero y Diana Gavilán. Prácticamente todos los que estuvimos allí nos compramos un ejemplar. ¡Lo que disfrutamos de la presentación!

El resto de la mañana es para mí una nebulosa, porque eso es lo que ocurre cuando andas en las nubes y tienes alas en lugar de piernas. Y es que, todavía, a estas alturas, no sé qué ocurrió este fin de semana; pero estoy seguro de que fue cosa de magia.