Después de llevar varios años trabajando en un instituto me he dado cuenta de una cosa: La mayoría de actividades relacionadas con la literatura en los institutos, se realizan a través del departamento de lengua española.
A mí, como profesor de inglés, es algo que me jode un poquito, porque me veta un terreno que creo fundamental para la educación integral de nuestros alumnos, pero, bueno, lo asumo. Soy profesor de inglés, mi función es otra.
Pero, seamos sinceros, el tema me jode bastante más. Porque una cosa es la teoría y otra muy diferente es la práctica.
Estoy harto de ver cómo los profesores de lengua enseñan sin pasión su supuesto amor por los libros, que no pongan interés en los escritores que nos visitan, que no se hayan leido sus obras, que manden las lecturas sin criterio (o que inviten a pseudoescritoras extremeñas que escriben sobre vampiros pero no y que cometen las faltas de concordancia más grandes que he visto nunca, cosa que demuestra que no se han parado a informarse un poquito, que no se han molestado en comprobar cómo está escrito lo que ha escrito la persona a la que invitan. Un poquito de criterio, por favor. El terruño no es lo primero ni en la literatura ni en nada. Apertura, señoras y señores, que no duele), que no se actualicen ni un poquito...
Ojo, esto no es una crítica a mis compañeros. Conozco a muchos que aman los libros como se supone que tiene que hacerlo un profesor de lengua. Pero eso no quita que me plantee varias cosas.
No sé, mi experiencia me ha hecho ver que los profesores de lengua son eso, profesores de lengua. Y se limitan a eso, a enseñar lengua española. Que, sí, que está muy bien. Pero ¿dónde está la literatura?
Quizá sea un idealista (bueno, quizá no, es un hecho ratificado, soy un idealista del copón). Con muy pocos con los que he hablado, compartían mi amor por los libros. Y mi gusto por la literatura viene de antes de que descubriera que me gustara escribir. Yo me hice filólogo porque me gustaba la literatura, no enseñar lengua. De hecho, escogí filología inglesa porque me gustaba la literatura inglesa más que la hispánica.
Mi primera decepción vino al estudiar la carrera. Como ya he contado, la literatura parecía más un trámite que algo por lo que apasionarse. Nunca vi a uno solo de mis profesores en el teatro, No les vi jamás en ninguna de las obras escritas por su amado y requetestudiado y requeteanalizado (por ellos) Shakesperare y que anualmente venían a Cáceres y por las que por la mera perspectiva de verlas yo me emocionaba. Nunca lo comprendí.
Luego, al trabajar en un instituto, mi perplejidad fue en aumento, porque parecía que el amor por la literatura solo lo tenía yo por creerme escritor, no por ser filólogo. Y creo que es un razonamiento completamente erróneo ya que me hizo preguntarme por qué habían estudiado aquella carrera. ¿Por amor a la sintaxis? ¿por amor a la morfología?
Sinceramente, como adulto, sé que hay muchas filias y que te pueden poner muchas cosas y uno es abierto y tal y acepto que cada cual se excite con lo que quiera, pero, no sé, ¿ni una mención a los libros? ¡Conozco a muchos profesores de lengua que no leen (pero juegan al paddle, eso sí)!
No lo entiendo. No lo concibo. No me entra en la mollera.
Y me indigno y me ofendo y me cabreo y me enfado y no respiro.
Si nosotros no leemos, si no tratamos con respeto a la literatura, ¿cómo coño vamos a meterles esa idea en la cabeza de nuestros alumnos? Me consta que durante mis años de docencia yo, en mis horas de inglés, he hablado más de libros que muchos profesores de lengua.
¿Tiene sentido?
Lo siento, pero para mí no.
Luego, cuando resulta que viene el escritor de turno de visita al centro, tú tienes una hora libre, te metes a escucharle y el profesor de lengua te dice que ya que estás ahí tú te encargues de sus alumnos que tiene que ir a nosequé ya acaba por hacer que me explote la cabeza y que se esparzan mis sesos por todo el centro.
Y luego toca limpiarlo.
En fin.
Cuánta incoherencia me rodea.
(al final me he presentado al concurso de microrrelatos de SM, la verdad es que lo hice, sobre todo, porque no escribo. Lo intento, pero no tengo asiento, no soy capaz y mira que tengo ganas, pero necesito saber que tengo todo el tiempo del mundo para hacerlo y no lo tengo, estoy más ocupado que nunca.
Mi intención era escribir uno diario, pero al final solo he escrito uno. Una pena, tenía varias ideas que quedarán en el cementerio de las ideas. A ver si resucitan pronto.
De todos modos, aquí os dejo con el microrrelato con el que me decidí a participar:
A mí, como profesor de inglés, es algo que me jode un poquito, porque me veta un terreno que creo fundamental para la educación integral de nuestros alumnos, pero, bueno, lo asumo. Soy profesor de inglés, mi función es otra.
Pero, seamos sinceros, el tema me jode bastante más. Porque una cosa es la teoría y otra muy diferente es la práctica.
Estoy harto de ver cómo los profesores de lengua enseñan sin pasión su supuesto amor por los libros, que no pongan interés en los escritores que nos visitan, que no se hayan leido sus obras, que manden las lecturas sin criterio (o que inviten a pseudoescritoras extremeñas que escriben sobre vampiros pero no y que cometen las faltas de concordancia más grandes que he visto nunca, cosa que demuestra que no se han parado a informarse un poquito, que no se han molestado en comprobar cómo está escrito lo que ha escrito la persona a la que invitan. Un poquito de criterio, por favor. El terruño no es lo primero ni en la literatura ni en nada. Apertura, señoras y señores, que no duele), que no se actualicen ni un poquito...
Ojo, esto no es una crítica a mis compañeros. Conozco a muchos que aman los libros como se supone que tiene que hacerlo un profesor de lengua. Pero eso no quita que me plantee varias cosas.
No sé, mi experiencia me ha hecho ver que los profesores de lengua son eso, profesores de lengua. Y se limitan a eso, a enseñar lengua española. Que, sí, que está muy bien. Pero ¿dónde está la literatura?
Quizá sea un idealista (bueno, quizá no, es un hecho ratificado, soy un idealista del copón). Con muy pocos con los que he hablado, compartían mi amor por los libros. Y mi gusto por la literatura viene de antes de que descubriera que me gustara escribir. Yo me hice filólogo porque me gustaba la literatura, no enseñar lengua. De hecho, escogí filología inglesa porque me gustaba la literatura inglesa más que la hispánica.
Mi primera decepción vino al estudiar la carrera. Como ya he contado, la literatura parecía más un trámite que algo por lo que apasionarse. Nunca vi a uno solo de mis profesores en el teatro, No les vi jamás en ninguna de las obras escritas por su amado y requetestudiado y requeteanalizado (por ellos) Shakesperare y que anualmente venían a Cáceres y por las que por la mera perspectiva de verlas yo me emocionaba. Nunca lo comprendí.
Luego, al trabajar en un instituto, mi perplejidad fue en aumento, porque parecía que el amor por la literatura solo lo tenía yo por creerme escritor, no por ser filólogo. Y creo que es un razonamiento completamente erróneo ya que me hizo preguntarme por qué habían estudiado aquella carrera. ¿Por amor a la sintaxis? ¿por amor a la morfología?
Sinceramente, como adulto, sé que hay muchas filias y que te pueden poner muchas cosas y uno es abierto y tal y acepto que cada cual se excite con lo que quiera, pero, no sé, ¿ni una mención a los libros? ¡Conozco a muchos profesores de lengua que no leen (pero juegan al paddle, eso sí)!
No lo entiendo. No lo concibo. No me entra en la mollera.
Y me indigno y me ofendo y me cabreo y me enfado y no respiro.
Si nosotros no leemos, si no tratamos con respeto a la literatura, ¿cómo coño vamos a meterles esa idea en la cabeza de nuestros alumnos? Me consta que durante mis años de docencia yo, en mis horas de inglés, he hablado más de libros que muchos profesores de lengua.
¿Tiene sentido?
Lo siento, pero para mí no.
Luego, cuando resulta que viene el escritor de turno de visita al centro, tú tienes una hora libre, te metes a escucharle y el profesor de lengua te dice que ya que estás ahí tú te encargues de sus alumnos que tiene que ir a nosequé ya acaba por hacer que me explote la cabeza y que se esparzan mis sesos por todo el centro.
Y luego toca limpiarlo.
En fin.
Cuánta incoherencia me rodea.
(al final me he presentado al concurso de microrrelatos de SM, la verdad es que lo hice, sobre todo, porque no escribo. Lo intento, pero no tengo asiento, no soy capaz y mira que tengo ganas, pero necesito saber que tengo todo el tiempo del mundo para hacerlo y no lo tengo, estoy más ocupado que nunca.
Mi intención era escribir uno diario, pero al final solo he escrito uno. Una pena, tenía varias ideas que quedarán en el cementerio de las ideas. A ver si resucitan pronto.
De todos modos, aquí os dejo con el microrrelato con el que me decidí a participar: